La probabilidad de desarrollar una psicosis no se distribuye al azar en la población general, sino que aumenta cuando están presentes ciertas características temperamentales, determinadas biológicamente o adquiridas en periodos tempranos del desarrollo. A estas características constitucionales de vulnerabilidad a la psicosis algunos investigadores han denominado esquizotaxia. La participación de los factores ambientales de riesgo no debe ser, sin embargo, menospreciada, ya que contribuyen a desencadenar el trastorno mental en personas que presentan características de predisposición.
La investigación sobre poblaciones de riesgo ha permitido identificar algunos marcadores de predisposición de naturaleza neurocognitiva, neurofisiológica y de personalidad, que son detectables mediante tareas o medidas diseñadas al efecto. Los cambios en el comportamiento pueden ser también predictores a tener en cuenta.